Tres días sin hablar, evitando el contacto físico con el resto de las personas, cuidando cada movimiento, siendo consciente de cada respiración y cada parte de mi cuerpo y pasando horas sentada meditando.
Así se puede resumir el tiempo que pasé en Mahabodhi International Meditacion Center, un retiro de meditación rodeado de montañas rocosas, dunas de arena, flores y banderas de oraciones.
Tuve la increíble suerte de tener como guía estos días a un monje de origen americano, un personaje realmente interesante con una de esas vidas de las que se podría hacer una serie con muchos, muchos capítulos. Excombatiente en Vietnam, hippy en los 70, viajero en busca de sustancias que le hicieran volar a otras realidades y finalmente monje. Tras una visita a Nepal y una estancia en un monasterio empezó a interesarse por el Budismo y a estudiar esa religión, tras varios viajes por Asia, volvió a USA, a Virginia donde fundó un monasterio y paso mas de 20 años.
La profundidad de la mirada de este hombre puede paralizarte. Es increíble lo que puede esconderse tras unos ojos y los de este señor decían muchas cosas. Su manera de moverse, con una consciencia infinita de cada paso, cada respiración era mas que sorprendente. Verle beber agua era contemplar una danza de movimientos.
Fue una experiencia intensa, encontrarse con uno mismo, escucharse, sentirse. Parece mentira que perdamos la conexión con nosotros mismos en nuestra vida cotidiana, no es fácil, pero sin duda merece la pena. Cuando meditas, tranquilizas el sistema nervioso y conectas con el presente, observas como las sensaciones van y vienen y entiendes un poquito el concepto de impermanencia, tremendo concepto.
El mensaje de Buda, el Dhamma es hermoso. Pero el Budismo es una creación humana y como todas las religiones tiene esa parte con la que no consigo conectar. Las reglas, a veces sin sentido, los dogmas de fé… Es un tema complejo para escribir en un post, pero muy interesante para pensar sobre él.
De cualquier manera, soy fan absoluta del «camino medio»
Aquí unas fotos que cuentan un poco mas de como fueron esos días.
El recinto
La cueva de meditación
Yoga al amanecer
Hermosas vistas
Un amigo
El comedor
Las flores en un lugar tan rocoso, todavía son mas bonitas
Mi habitación
Om mani padme hum, el mantra más famoso del budismo
El blog del monje americano y unas recomendaciones de lecturas que nos dejó. Me encantó ver a Eckart Tolle entre ellas.